martes, 1 de marzo de 2011

Cuando hay penumbras...



Cuando ya no hay luces en las calles es cuando comienzo a pensar en ti, en lo que pudo haber pasado si hubiera sido capaz de distinguir los colores que habitan en las tinieblas de los ciegos, si tan solo, en uno de los tantos abrazos, te hubiera retenido por un segundo más entre mis brazos que quedan vacíos de tu esencia, a la que, fatídicamente, me he acostumbrado a percibir cerca.
Cuando ya no corre viento y las copas de los arbolas son iluminadas por el plenilunio, sucumbo en las trampas que mi mente crea para atormentarme por ser cobarde de lo que no me atrevo a entender, por ser víctima de las mentiras que invento para mantenerme segura de la realidad, tibia entre las frazadas que mis fantasías depositan sobre mis hombros y quedo ensordecida sin poder escuchar los llamados cándidos que tu voz dulce me hace bajo las entrelineas de una conversación mundana. Soy cobarde...
cuando aúllan los perros y no me dejan dormir, es cuando pienso en las mil formas que puedo disponer para pasar solo un segundo más a tu lado, las excusas que acompañan a mis motivos y las ganas que tengo de que se acaben algún día, pero sé que no lo harán porque han nacido cuando yo nací y morirán cuando yo muera, al igual que las ansias por poder escribir lo que siento en lo más hondo de mi pecho, pero que no encuentro la forma de hacerlo...Creo que dentro, podría habitar la verdadera razón que me impulsa a seguir, pero me da miedo (como el resto de las cosas) averiguar.
Cuando las estrellas aparecen brillantes en el horizonte es cuando comienzo a entender lo que no he podido hasta ahora, y veo que me he olvidado de vivir, que desde hace años que no soy la protagonista de mi historia, sino que las vicisitudes de mi limites me mantiene confinada en la torre de los reos, abandonada a mi suerte, sin príncipe que me rescate, porque yo los mantengo lejos. Soy prisionera de mi misma, de mi cabeza, de mi conciencia egoísta que no me permite ser feliz de la mano de alguien. Soy esclava de mi presente, temerosa de mi pasado y víctima del futuro.

Cuando ya no hay más canciones por escuchar me convierto en Rapunzel siempre a la espera de que, en el horizonte, llegase a aparecer quién venga a rescatarme y se lleve de mi la amargura y las nostalgia que vienen a visitarme al caer el sol. Soy Rapulzel a la espera de bailar el primer vals guiada por el que le ha robado el corazón sin previo aviso. Soy Rapunzel enamorada de los cuentos de hadas y de la belleza de los sueños. Soy Rapunzel sin cabellos que soltar.

Cuando ya no hay ruidos, mi imaginación comienza a volar y me lleva a donde tú estás, donde ya estuvimos, y donde podríamos estar…

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

© Francisca Kittsteiner, 2008 - 2009.
- Franykityzado por Klaus, ©2009.