Y entre la
desesperación del estrés porque siempre hay poco tiempo para todo lo que
interesa, y abunda el tiempo para aniquilar tormentos arremolinados por la
falta de entereza en la conquista próxima de un romance destinado a la lasciva,
aparece tu rostro, perpetuamente implacable, brillando entre las oscuridad con
esos candiles taciturnos que levantan desde su tumba a mis ganas perturbantes
de salir corriendo a besarte como si no existiera un mañana.
Y sé que
debo estudiar, seguir en lo que afano y agota sin más la poca vida que me
queda, pero no puedo. Hay llamadas desde lo más recóndito de me ser que
amenazan con acabar conmigo si no les tomo atención pronto, llamaradas de
lujuria ancestral que buscan su término, pero en tu cuerpo, junto al mío,
amparados en la desnudez suprema de lo que es prohibido y extremadamente
exquisito.
Y no sé qué
hacer, no sé cómo acercarme petulante, como siempre, hacia a ti, no sé cómo, no
hay excusas que valgan porque ya todo el mundo lo sabe, menos tú. ¿Acaso puedes
ser tan imbécil? ¿Acaso no sabes que la mejor de las mortales ha caído rendida
a tus pies antes de tiempo? ¿Acaso no sabes que por ti yo comienzo a sentir
algo? Definitivamente, no sé qué hacer y no sé qué hago aquí perdiendo minutos
en vez de estar aprendiendo más cosas, para seguir siendo aquella, la mejor de
las mortales.
Y si este
es otro romance destinado al fracaso por su hipócrita concepción febril basada
prematuramente un sueño ligeramente enrojecido, porqué no acaba ya para poder
seguir con mi vida monótona, entre libros, más libros y adivina qué… más
libros.
Y si mañana
me vuelvo valiente y voy directo con los ojos en la presa, que serás tú,
dispuesta a cazar, como tantas otras veces lo he hecho ¿habrá victoria, o haré
el ridículo? No me interesa nada a estas alturas de la vida, la poca dignidad
de la que me ufanaba se perdió al mutilar un cadáver en el nombre de la
ciencia.
Y si en
secreto a ti te pasara lo mismo que a mí, no será mejor que nos juntemos un día
a hablar los dos, solos, y bien solos, para así definir el rumbo que debemos
seguir, claro, pero siempre existe la gente, tus amigos, mis amigas y un millón
más de personas que no hacen otra cosa que estorbarnos siempre. Pero ¿puede
alguien darme certeza de que si me aventuro hacia un vacío terrorista, caeré en
tus brazos? ¿O mejor me quedo estática
donde me encuentro segura ahora, y perpetuo mi corazón solo, triste y
abandonado?
Y si las
estrellas vaticinan un mejor porvenir y yo no soy capaz de darme cuenta, relegándome
por autoimposición a esta actitud desamparada de mujer fría, lejana e
indomable, que solo busca una muestra de cariño de parte del hombre que me roba
el sueño, los suspiros, y las palpitaciones extrañas de amalgamas de amor y
deseo.
y si el
mañana nunca llega y agoto mi existencia entre escritos baratos, porque ya ni
eso hago bien, se acabaran mis quimeras llenas de boato que me hace creer que a
vida es mejor de lo que realmente es, podría ser acaso, el principio del fin
para mi, para mis sueños, mis ganas, mis fuerzas, mis anhelos, ¿para ti?
Hoy es de
esos días donde nada vale la pena y las ganas de dormir y nunca más despertar
se alzan como olas de alta marea por sobre los muelles, destruyendo todo lo que
encuentran a su paso. Hoy nada es mejor, nada es hermoso, nada de lo que haga
servirá para algo, nada de lo que quiero tiene el mismo sentido que de cuando
empecé con la construcción funesta de un destino desolador.
Hoy, la
muerte ronda mis pasos, y la siento cerca, como hacía ya tiempo no la sentía y
el olor a descomposición, abunda en el aire, todo es oscuro y ni siquiera los
rayos temerosos del sol se atreven a quebrantar mi lóbrega sombra de desdicha.
Hoy, para mí, no hay vuelta atrás.
Temo de
abrir la puerta y encontrarme a la parca con sentencia temprana de mis pecados
que aún no consigo expiar, porque sé que está ahí, me busca, me llama. No
conoceré su llamado, si nunca se fue. Quizás en un tiempo de felicidad
relativa, como todo lo es en esta tierra, se aletargó, o decidió molestar a
alguien más, pero volvió, y esta vez para quedarse.
No sé qué
está pasando y tengo miedo de no saberlo. Tengo miedo de salir de mi casa y los
ojos se me cierran solos.
Tengo miedo
de equivocarme otra vez, y que no seas tú el indicado para mí. Esa maldita obsesión
mía de querer al más inalcanzable. Esa maldita peso que llevo a cuestas, por el
simple hecho de haber nacido con el linaje que traigo. Esa maldita condición de
semi mortal, más muerta que viva y viva entre los muertos, hablando con quienes
ya no tienen voz y no escuchando a los que me gritan en los oídos. Ese maldito
cansancio crónico que llevo a cuestas desde hace ya no sé cuántos años.
Dicen por
ahí que la vida es cuesta arriba, pero la pendiente de la mía… parece un chiste
cruel de Dios.
Pero no
importa, si no me he rendido antes, no lo voy a hacer ahora. Entonces es tiempo
de secarse las lágrimas, arreglarse el maquillaje y salir, sin rumbo pero salir
de esta casa lo más pronto posible y si te encuentro en el camino, genial, si
quieres seguir a mi lado, mejor todavía, pero si no, mala suerte, pero esta
será la última vez en que me haga ilusiones, y se que lo he dicho antes, pero
se acabó, me aburrí. Voy a seguir siendo la mejor de las mortales no mortales,
pero no inmortal, la mejor versión de mí misma que pueda ser, para que el día
de mañana cuando te cruces por mi lado sepas que te perdiste la mejor
oportunidad de tu vida, y que ni tus ojos hermosamente azules, te abrirán las
puertas de mi reino, desde hoy, prohibido para ti y el alcance de tu nombre
retumbante.
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER