Porque he decidido a darme una oportunidad de encontrar la
felicidad
Y creo en serio que en algún lugar de esta ciudad
Está escondido mi príncipe azul pintado en un lienzo.
Abro los ojos más que nunca para no pasar por alto la
ocasión
En que se dé la coincidencia de que te me cruces en los
caminos
Y sepa diferenciar a los malos, de los amigos
Y a no embriagarme en las promesas que ofrece una canción.
Estoy instruyéndome en ser más terrenal en mis gustos
elegantes,
A no enloquecerme por lo que anhelo y no puedo tener,
Porque si pretendo
amar como quiero querer,
He de adormecer a mis ilusiones embriagantes.
Si estoy aquí, ahora, será por una razón que todavía no
entiendo,
Porque el destino puso manos negras donde no se podía
entrometer
Y nadie le dijo nada cuando lo habían hacer,
Pero lo acepto tranquila y mientras tanto, seguiré
viviendo.
Tan sólo pido que me marquen los senderos recónditos y
despoblados
Para no perderme en las encrucijadas que me tientan a
ceder,
Cuando tropiece con las doscientas mil piedras que me harán
caer,
Y que siempre que mire a los cielos ya no se presenten
nublados.
Quiero una historia de amor de las que el mundo casi nunca
presencia,
Un romance que me arranque la cordura de la que tanto
presumo,
Besos apasionados, caricias desatadas cuando las trabas
difumo
Levantando suspiros erotizados en esencia.
Me lo merezco, porque ya he sufrido lo que en una vida,
toda la humanidad,
Soportando el peso del planeta sobre mis hombros por un
largo espacio,
Absorbiéndome la vida y sacando mis vestiduras despacio
Para probarme las agallas al quitarme la dignidad.
Ya no creo que el primer amor sea el importante,
Porque me ha dejado más vieja de lo que recuerdo ser,
Con llagas en los labios y con el corazón llegando a
desfallecer
Sobre la cara de un futuro venidero y asfixiante.
Se vienen mejores tiempos, con mejores cosechas,
Porque se dice que todo sucede porque tiene que ocurrir
Aunque admito no lo supe hasta verte partir,
Dejando a mis fantasías perpetuamente insatisfechas.
Hay que seguir siempre decidida y con la mirada en alto,
Como si aquí la tormenta nunca hubiera tocado tierra,
Porque si he de acostumbrarme al dolor que encierra
El destino vacío, no puedo pretender que no le amaba tanto.
(O fingir que la angustia de su ausencia no causa mi llanto)
ESCRITO POR: FRANCISCA KITTSTEINER
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